Vemos con mucha preocupación que las respuestas que se están formulando ante la tragedia educativa que vive nuestro país sólo contemplan la modificación arbitraria de los criterios de evaluación y promoción de los estudiantes, mientras eluden los graves problemas de aprendizaje que se advierten en la mayoría de las aulas argentinas, pero que afectan principalmente a los sectores más vulnerables. Desde que comenzamos a movilizarnos para que las autoridades reabrieran las escuelas, advertimos que las pérdidas educativas iban a requerir una planificación integral que contemplara diversos escenarios, ya que el impacto de la falta de presencialidad no sólo iba a generar un retroceso en la incorporación de saberes, sino que ese retroceso habría de ser dispar y heterogéneo. Lamentablemente, las propuestas planteadas desde los ministerios parecen priorizar sólo las estadísticas, sin atender a los problemas elementales que requieren un acompañamiento sostenido de docentes y directivos, con tutorías y evaluaciones periódicas que garanticen una educación inclusiva y de calidad para todos los estudiantes.
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